El sexo se inicia en la mente, en los pensamientos que tenemos sobre el sexo. Por eso hay que cultivarla y regarla con pensamientos con los que disfrutas.
El órgano sexual más importante que poseemos es el cerebro, y sin él no tendríamos excitación. La mayoría de las personas cometen el error de considerar que la sexualidad radica en sus zonas erógenas y genitales. El deseo sexual se genera en el hipotálamo, y él libera la dopamina, causante del placer orgásmico.
Lo mismo ocurre cuando tenemos sueños eróticos durante la fase en la que vamos a dormir. Aquí nuestro cerebro no para aunque apaguemos la luz con la intención de El sexo se inicia en la mente, en los pensamientos que tenemos sobre el sexo. Por eso hay que cultivarla y regarla con pensamientos con los que disfrutas.descansar. En los hombres, el tener una eyaculación nocturna no tiene por qué ir asociado a un orgasmo causado por un sueño erótico, sino que a veces se produce por una acumulación de semen. Suele producirse durante la adolescencia, cuando mayor actividad hormonal existe y el hombre despierta a la actividad sexual. Generalmente esto desaparece cuando el hombre pasa a la edad madura.
Por lo tanto, cuando se produce durante la edad adulta, sí que va asociado a un sueño erótico. Hay personas que han descrito los sueños eróticos como mucho más placenteros que el sexo que se experimenta en la vida real. Durante el día estamos viviendo cantidad de impactos emocionales muy intensos y placenteros de los que apenas somos conscientes, o si lo somos lo ocultamos. Esto hace que por la noche puedas experimentar estas sensaciones, cuando no puedes controlar lo que ocurre en ti ni tus reacciones.
Muchas veces, los sueños, sobre todo cuando se repiten, nos muestran algo que no queremos ver; cuando son eróticos, quizás nos estén hablando de cómo estamos viviendo nuestra sexualidad, de cómo está en este momento nuestra sexualidad con nuestra pareja, o incluso de si hay alguien de nuestro entorno por quien nos sentimos atraídos, cuya negación hace que aparezca en sueños y de forma repetida.
Por otro lado, el cerebro es el encargado de aprender, y podemos enseñarle qué parte de nuestro cuerpo queremos que sea erógena, y que además pueda interpretar la estimulación de esa zona como excitante. De él depende lo que es excitante y lo que no. Tenemos más capacidad de intervenir en la respuesta sexual de lo que creemos, con lo cual parece que no es tan importante el tamaño del pene o de los pechos…
En el cerebro se producen los estímulos dirigidos a las demás partes del cuerpo, para después acabar teniendo un orgasmo. De la misma manera, somos capaces de tener un orgasmo sin tocar una sola parte de nuestro cuerpo, solamente con una película que nos montemos en nuestra mente –la que a cada uno nos guste–.
En ocasiones, el placer obtenido de este modo supera a un contacto directo. Digamos que mientras estamos manteniendo una relación sexual, una parte de nuestro cerebro nos está hablando y nos cuenta una historia que es la que “nos pone a cien”. Eso no quiere decir que no sintamos atracción por la persona que está a nuestro lado, o que sus caricias no nos estimulen lo suficiente, sino que nuestro cerebro manda. Él es el que mira y el que inventa lo que tiene delante. Cuando estamos siendo acariciados o nosotros acariciamos, nuestro cerebro nos cuenta algo, y utiliza un lenguaje diferente al cotidiano. De hecho, existen palabras que surgen en los momentos sexuales, y que a cada uno nos excitan más o menos. Incluso palabras que utilizadas fuera de esos momentos nos pueden resultar fuertes o mal sonantes, utilizadas durante el acto sexual nos proporcionan una mayor excitación.
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